BICENTENARIO

Los Bicentenarios deben ser plataforma para construir futuro       

Por Silvia Vázquez (x)


En la vida de los pueblos, celebrar un acontecimiento importante implica también una oportunidad para analizar lo sucedido, evaluarlo y proyectarlo hacia el futuro.

Entendemos que, estando ya, en las puertas de los Bicentenarios de la Revolución de Mayo y de la Declaración de la Independencia, los argentinos debemos detenernos a mirar nuestro pasado y festejar aquellos hechos con una mirada puesta en el mañana.

Creemos fervientemente que sería un grave error ignorar esas dos fechas fundantes de la Patria, y desaprovechar esta oportunidad histórica. No sólo para conmemorar el pasado sino,  por sobre todas las cosas, prepararnos para festejar la simiente del futuro.

Ante la posibilidad de abordar temas que contribuyan a la discusión profunda de la Argentina, nuestro propósito es contribuir a crear una construcción colectiva como Nación. 

Este apasionante objetivo nos obligará permanentemente a construir un puente, una relación entre el pasado vivido, el presente que transitamos y el mañana a proyectar.

La Comisión Bicameral de Conmemoración de los Bicentenarios de la Revolución de Mayo y de la Declaración de la Independencia, realizó el año 2008 el Foro de debate sobre “Historia y Memoria”. Y el 10 de noviembre de 2009, llevó a cabo otro importante encuentro. Esta vez dedicado al futuro, por eso el título escogido fue “Lo que vendrá”.

Para ello se elaboró un programa  vinculado a la investigación, el desarrollo, la innovación, sobre temas vinculados a las ciencias, tecnologías y su impacto en la sociedad y en la cultura. 

La época actual

A principios de los años, Alvin Toffler, expresó metafóricamente que los grandes cambios sociales, se habrían producido por oleadas, de modo que cada una de ellas sepultó a culturas y civilizaciones anteriores y las sustituyó por formas de vida inconcebibles hasta entonces. 

Así, la primera ola de cambio habría estado representada por la revolución agrícola, la segunda por el nacimiento de la civilización industrial y la  tercera es la actual ola.

La época actual es también llamada por Anthony Guiddens “sociedad post marxista y post burguesa”, Daniel Bell habla de “la sociedad post industrial”, John Kenneth Galbrait de “tecno-estructura”, Zbigniew Brzezinski “era tecnotrónica”, Amitai Etzione “era post moderna”, George Lichtheim “sociedad post burguesa”, Murray Brokchin “sociedad post escacez”, Kenneth Boulding “sociedad post civilizada”, Ralph Dahrendorf “sociedad de la clase personal”, Kostas Axelos “tecnoburocracia”, Patrick Geddes “tecnarquía”, Jacques Ellul “sociedad tecnológica”, Peter Drucker “sociedad post capitalista”.

Pero las palabras global y globalización que comenzaron a ser utilizadas en las Business School de Harvard, Columbia, de Standford y otras Universidades de Estados Unidos a principios de la década de los años ochenta, se impusieron mundialmente para designar este tiempo, popularizadas por las obras de esas escuelas y por los medios anglosajones.

En síntesis y al margen de cualquier connotación ideológica o diversidad nominativa,  lo cierto es que la humanidad  está viviendo una nueva era,  signada por la explosión del saber y los más acelerados avances científicos y tecnológicos, que nunca antes había vivido en lapsos de tiempos tan cortos.

Además de las numerosas implicancias sociales y económicas, Toffler estudió también el impacto de la globalidad en la civilización y sobre ello afirmó que “La tercera ola” parece estar engendrando también una nueva perspectiva que es intensamente local y, a la vez global, incluso galáctica. 

Nuestra identidad y el desafío de la era global

El acceso a la información ha modificado significativamente la percepción de los límites y la representación del mundo, por lo que la posibilidad de la experiencia del “otro” y la forma de delimitar el “adentro” y el “afuera” tienden a volverse cada vez más complejos.

De ahí es que las múltiples dimensiones del fenómeno globalizador obliga a preguntarnos: ¿Qué somos, cuando el mundo ha cambiado? ¿Cómo es que se pueden mantener las fronteras nacionales en un mundo que está cada vez más abierto a los flujos culturales?

Esta situación ha generado crisis en el concepto de identidad nacional, y el consiguiente llamado a su substitución por una identidad globalizante.

En este sentido, el sociólogo español, Manuel Castells, hace referencia al concepto glocalización, entendiendo como tal  a la  articulación entre lo global y lo local desde una visión urbana.

En síntesis: globalización con proximidad, o mejor dicho identidad de nuestra tierra, en tiempos globalizados.

Sin la construcción definida de nuestra tierra no podremos ser nosotros como diría Eladia Blázquez.

No es tiempo de criticar el mundo actual. Recordemos a la Madre Teresa de Calcuta, cuando decía: “Más vale encender una vela que maldecir la oscuridad”. 

Argentina: es una historia de continuidades y fracturas

Desde los sucesos de Mayo los argentinos nos dividimos en morenistas o saavedristas, unitarios o federales, mitristas o alsinistas, conservadores o radicales, peronistas o “contreras”. Pero no pudimos consolidar un gran sujeto colectivo nacional.

Por eso hoy pienso como Descartes cuando decía que: “he juzgado que era necesario seriamente acometer la empresa de deshacerme de las opiniones a las que había dado crédito y empezar de nuevo desde los fundamentos, si quisiera establecer algo nuevo”. 

De eso se trata. De algo nuevo para nuestra Argentina y creo que vale la pena intentarlo nuevamente. 

Así como en la historia de los pueblos existen fracturas también hay continuidades históricas. 

Hoy en la víspera de los segundos centenarios de la Revolución de Mayo y nuestra Independencia, la responsabilidad de las grandes mayorías silenciosas que trabajan a modo de articulaciones de la vida colectiva, pasa por encontrar la  manera y el camino para reinventarse y lograr la construcción histórica de un sujeto colectivo capaz de lograr ser una Nación con alta calidad política-institucional, equidad social y desarrollo económico. 

Dice José Pablo Feinmann en “Apuntes para una antología de la periferia”, que el Segundo Centenario está aquí a la mano. Esto quiere decir que está “cerca”. Pero no está en nuestra mano. Todavía no son nuestros. No los tenemos. Debemos estirar los brazos y estrecharlos y rodearlos. 

Tomar los Bicentenarios, organizarse, recrear la participación. Valorizar la mística militante. Exigir a las dirigencias. No bajar ninguna bandera crítica ni menos aún el espíritu de la crítica. 

En síntesis de lo que se trata es de rehacer la Revolución de Mayo y la Independencia para los siglos futuros.

(x) Abogada, Diputada Nacional, presidenta de la Comisión Bicameral de los Bicentenarios, de noviembre 2009 a la fecha. Para MERCOSUR Noticias